He visto un aumento reciente de newsletters, y en el interés de los medios por ellas. Lo cual es excelente. Con el RSS de capa caída —aunque es difícil de medir cuánto— muchos hemos pasado de vivir dentro de mi lector a no recordar cuando fue la última vez que dejamos de usarlos.
Mientras, los boletines por correo, viejos como el sol —más que la web—, llegan sin pedirlos a nosotros. Algo que los hace más personal, algo que habíamos olvidado en este mar de notificaciones push, y formatos “pull” como la web o los lectores RSS tradicionales. Creo que me gustan porque en vez de tener todos los temas por leer como en un lector tradicional, normalmente acabo suscribiéndome a un resumen.
Hace un par de años, cuando decidí arrancar tech.mixx.io –una newsletter diaria sobre tecnología–, aprendí un montón de cosas rápido, madrugada a madrugada, mientras recababa información para enviar. Ahora aplico todo mi conocimiento adquirido a la newsletter de Hipertextual, todas las madrugadas soy el encargado de convertir lo que mis compañeros crean para web en contenido ameno y listo para un email.
No tengo muchos consejos para hacer crecer tu newsletter más allá de ser constante, pero sobre el contenido tengo varios:
- No automatices el texto. Automatiza el resto: envío, API, diseño, seguimiento de clicks, etc. Pero el contenido debe ser tuyo, y casi casi específico para el medio en el que operas.
- Estás entrando en el buzón de tu lector. El email es sagrado, es el equivalente digital a entrar en la casa de alguien. Estás ahí porque esa persona quiere. Compórtate como tal. Un fallo, un traspiés, un click de darse de baja y estás fuera, normalmente para siempre.
- Ten voz propia. Si va a leer lo mismo que en un montón de lugares tu lector se va dar de baja. No queremos tener emails repetidos.
- Encuentra tu longitud. Hay veces que enviar un par de párrafos es suficiente, y otros boletines requieren una noveletta entera. Influye en tu capacidad para mantener constancia y en el deseo para recibirla por tus lectores, poco contenido y lo verán como algo prescindible. Si envías mucho lo verán como un trabajo. — Si no tienes contenido suficiente para un envió considera si es mejor dejarlo para el próximo. Decide si es más importante la consistencia en tiempos o en cantidad. Lo mismo aplica a si tienes mucho contenido, considera dividirlo en próximos envíos.
- Enlazar el contenido fuera es complicado. Sirve para reducir la fricción cuando enviamos mucho contenido, pero frustra también al lector. Encontrarás el punto exacto con la práctica, pero lo mejor es dar una idea global del contenido que enlazas, no sólo un comienzo. Muchos querrán leerlo todo sin hacer click o abrir pestañas del navegador.
- Diferentes tipos de boletines distraerán tu atención. Si tienes una diaria y una semanal, o si tienes una de resumen y otra completa, tendrás más trabajo y que personalizar para diferentes conceptos. Pero si puedes mantenerlo, adelante.
- Respuesta directa. El email es su medio concreto, deberías dar opción a que las respuestas vayan directas a tu buzón. Y respóndelas adecuadamente, la relación con tus lectores será mucho más intensa que en la web.
- Precaución con los títulos. Es mejor sorprender con el contenido tras un título descriptivo –pero no soso– que tirar la caña a los incautos y que les defraudes. Multiplicaras la tasa de apertura, pero también las bajas.
- La redifusión es complicada. No hay retweet, reblog o forma de extender fácilmente tu contenido por parte de tus lectores. Sólo hay reenvío de correo, facilita esta opción con una frase al final, un botón o un icono que recuerde que puede compartirlo a sus contactos, y que tu contenido llegue a más personas.
- Revisar, revisar y revisar. Cuando envías un boletín no hay vuelta atrás ni forma de editarlo, así que se consciente de la posibilidad de que algo quede mal escrito y soluciónalo antes de enviar.
Otro día comentaré sobre las herramientas que uso yo, y como organizo mi tiempo.